top of page

Música y Arquitectura

  • Foto del escritor: Miriam Sanchez
    Miriam Sanchez
  • 8 ene 2019
  • 5 Min. de lectura

Música y arquitectura son dos disciplinas, que han evolucionado conjuntamente a lo largo de la historia y guardan una relación subjetiva. Su principal esencia es la de establecer un orden armónico entre diferentes elementos para crear algo lleno de belleza, y me atrevería a decir que ambas nacieron para transformar la vida del ser humano.


¿Alguna vez has escuchado hablar de la conspiración del 440?


La 440 es el nombre que se le da coloquialmente al sonido que produce una vibración de 440 Hz y sirve como estándar de referencia para afinar la altura musical. Un dato muy curioso es que la 440 no se utilizó como estándar hasta mediados del siglo XX. Durante siglos el estándar había sido 432 Hz.


La afinación es una convención social. Antiguamente, cuando no había afinadores electrónicos ni diapasones, un método común era utilizar las campanas de las catedrales como referencia. Curiosamente las campanas están afinadas con un diapasón de 432 Hz.


En 1884, Giuseppe Verdi escribió una carta a la comisión musical del gobierno italiano para que se estableciera como estándar el diapasón de 432 Hz en "la", que era lo que se había estado utilizando de manera generalizada en todo el mundo durante siglos.


Sin embargo, a principios del siglo XX empiezan a alzarse voces para establecer un nuevo dogma para el “la”. En la década de los años 30, la Alemania Nazi, a través de Joseph Goebels, insiste en que se cambie el tono a 440 y esto cala de una manera no oficial a nivel europeo. Finalmente, en 1954, la Organización Internacional de Normalización aprueba que el “la” tenga 440 hercios.


En el siguiente video encontrarás un ejercicio de frecuencias, escucha cada uno de los casos y elije el sonido que mas te agrade, es recomendable anotar tus resultados para compararlos.



¿Te consideras una persona de 432 hercios o de 440 hercios?


Sin duda este podría convertirse en un tema de debate, habrá quienes aseguren que la afinación en 440 hercios contiene mayor armonía y brillo que la de 430, este tema no lo profundizaremos, debido a que no es el centro de este articulo, sin embargo es importante que apreciando la música podamos apreciar la arquitectura.


La evolución musical no solo ha cambiado en el sentido de ritmos y letras, también en la afinación, los gustos cambian las sensaciones que se descubren a través de ella también evolucionan.


¿Pero que relación tienen estas frecuencias con la Arquitectura?

La cifra de 432 hercios sintoniza de alguna manera con los ritmos del universo. Cinco días son exactamente 432.000 segundos, la precisión de los equinoccios son 25. 920 años (432 x 60) y por ejemplo una pelota de golf perfecta tiene 432 hoyos en su superficie para hacerla más resonante y llegar más lejos.

No hay que olvidar que el ser humano está compuesto en un 70% de agua y el agua es uno de los elementos más reactivos a las ondas sonoras. Por lo tanto, tiene bastante sentido que el ser humano sea tan influenciable por la música.

Einstein sostenía que después de haber estudiado todo el universo en detalle, estaba absolutamente convencido de que nada ocurría por casualidad, ya que la complejidad molecular del universo es tan perfecta que debe haber un orden superior que rija todo.

En el fondo, todo es armonía. Pitágoras fue el primero en darse cuenta de que todos los ciclos naturales se adaptan a una fórmula matemática precisa. Todas las formas geométricas de la naturaleza como las nervaduras de una hoja, el caparazón de un caracol o los flósculos de un girasol derivan del número áureo. Euclides, en el siglo III a.C. fue el primero en hacer un estudio formal del número áureo. Fibonacci, en el siglo XIII, creó su famosa serie de números, (1, 2, 3, 5, 8…) también basados en el número áureo, y a partir de los cuales se pueden explicar de manera matemática muchos elementos de la naturaleza como la manera en que crecen las hojas de un árbol o la manera en que se forma el caparazón del Nautilus.

El arquitecto navarro, Franciso Javier Sáen de Oiza era un gran apasionado de la serie de Fibonacci y la proporción áurea. Las viviendas de Torres Blancas en Madrid se generan a través de los números de Fibonacci.

Cuando camino por las calles es común observar todos los edificios que integran la ciudad, a un lado se alzan majestuosos edificios góticos, barrocos y coloniales imponentes, de ventanas arcadas y proporciones exquisitas, donde el gris de la piedra contrarrestan con el verde del césped recién cortado y justo en frente es posible observar una extensión contemporánea digna herencia del movimiento moderno. A pesar de esto, la comparación es odiosa. La complejidad y proporción exquisitas de un edificio gótico deja en pañales la simplicidad del edificio moderno.

Como ejemplo de esta semejanza tenemos el preludio para cello no 1 de J.S. Bach.

Muchas veces reflexiono acerca de la tendencia de la arquitectura y su impacto en las ciudades. Siempre me pregunto lo mismo, ¿no se estará haciendo algo mal cuando las ciudades modernas no son capaces de transmitir la misma esencia que los centros históricos?

¿No será que al igual que en la música, hemos optado por una “afinación” distinta que ya no conecta con la armonía universal? Muchas veces se pone en tela de juicio el gusto del usuario de “a pié” al que la “falta de cultura” hace que no sepa apreciar la arquitectura contemporánea. ¿Pero acaso han escuchado alguna vez hablar mal a alguien de la catedral de Nôtre-Damme de París? ¿Hemos perdido la esencia en la arquitectura?

La solución no está en volver a un estilo neo-gótico. Lo bello de la arquitectura es que evoluciona a la vez que la sociedad, de ahí radica su cambio vertiginoso en las últimas décadas.

Soy un apasionado del minimalismo de Mies, y el pabellón de Barcelona me emociona tanto como una catedral gótica. Sin embargo, no puedo evitar pensar que, al igual que la música actual, la arquitectura se está quedando un tanto hueca de valores.

Muchos dicen que esta crisis financiera está asociada a una gran crisis de valores. ¿Y la arquitectura? ¿No se está viendo afectada por una profunda crisis de identidad? ¿Nos emociona lo que vemos? ¿Le emociona al público?

Soy de los que piensa que a esta sociedad le sobra materialismo y le falta espiritualidad. No hablo de religión, ojo, sino como decía Einstein, de ser capaces de conectar con lo complejidad más profunda:

“La emoción más hermosa y más profunda que podemos experimentar es la sensación de lo místico. Es el legado de toda ciencia verdadera. Aquel al que su emoción le es desconocida, que ya no se pregunta ni está en estática reverencia, vale tanto como si estuviera muerto.”

¿Estamos perdiendo los arquitectos la capacidad humanística de emocionar? ¿No era esto lo que realmente nos diferenciaba de los profesionales de otras disciplinas?

Para terminar les dejo con la canción Paradise de Coldplay en 432 Hz.

 
 
 

Yorumlar


  • Black Facebook Icon
  • Black Twitter Icon
  • Black Pinterest Icon
  • Black Instagram Icon
FOLLOW ME
SEARCH BY TAGS
FEATURED POSTS
INSTAGRAM
ARCHIVE
bottom of page